5.5.07

Pequeños milagros

Una vez tuve un cuadernito en el que me propuse escribir sólo pequeños milagros de los que fuera testigo. Ese cuadernito se perdió por ahí pero hoy me pasó uno, y aquí va. Me sentía mal, asqueada de mí misma por no trabajar, y a la vez desanimada y físicamente mal. Me fui a buscar una farmacia de guardia y no tuve más remedio que ir caminando porque llovía y no sabía exactamente dónde estaba, había que recorrer una callle larga buscando ese número. Así que allá me fui y poco a poco me fue ganando la belleza de una tarde nublada y tranquila, fresca y floreada (primavera). Olía a gloria. Y me fui reconciliando con la vida. Después de la farmacia y la pastilla que necesitaba, decidí volver caminando para seguir absorbiendo la paz de la tarde. Iba de lo más campante observando todo y pensando que hace falta caminar para ir a paso lento absorbiendo con los sentidos (la bici es genial pero sí un poco demasiado rápida para eso). De pronto por el rabillo del ojo vi la palabra "Eck" en un anuncio y en un nanosegundo lo asocié con mi amigo Alexander Eck. En ese mismo instante, casi ni me dio tiempo a asociar, oigo "Marcela!" y la voz de Alexander. Me doy la vuelta y se había materializado ahí mismo. Fue genial. Y como íbamos para el mismo rumbo, porque resultó además que vive cerca de mi casa, y los dos queríamos pasar al super (y al super bio), allá nos fuimos. Fue un encuentro sorpresa en un momento perfecto -no podría decir lo necesitaba, porque sería algo anhelado y no puro regalo- digamos que recibir un cómplice así sin planearlo coronó la tarde.